A los 88 años falleció el mítico
critico de vino Miguel Brascó. Su crítica, caracterizada por su
enorme conocimiento sobre el mundo del vino y la gastronomía, se
condimentaba con un sentido del humor que lo hacía inigualable.
Brascó nació el 14 de septiembre de
1926 en Santa Fé (Argentina). Fue descendientes de catalanes y
realizó sus estudios básicos en el Colegio Nacional de su ciudad
natal. Luego estudio abogacía en la Universidad del Litoral y
finalizó un posgrado de Derecho en la Universidad Central de Madrid.
Su enorme dedicación hacia el
aprendizaje lo llevo a desarrollar tareas diversas. Se desempeño,
además de abogado, como carpintero, dibujante, periodista, poeta y
escritor.
Su obra fue variada, como si emulara a
los taninos del vino. Muchos pueden estar o no de acuerdo con las
apreciaciones de Brascó, pero si hay algo en lo que todos coinciden
es que no pasaba desapercibido. El moño en su cuello era su
“etiqueta” distintiva.
Fue capaz de hacer reír a su público,
de acercarlo al mundo del vino. Se ganó el respeto de todos aquellos
que aman a nuestra bebida nacional. Lo respetaban aquellos que
compartían sus opiniones y lo respetaban, aunque temiendole,
aquellos a los que criticaba.
Recuerdo algunas anécdotas que leí,
como su “bomba” en contra de los restaurantes argentinos. Se
animó a decir que estos restaurantes eran “cafishos” de la
Bodega, aludiendo a que había sido expulsado de varios por no
compartir las opiniones de los sommeliers.
Además se animó a “jugar”
criticando a los inversionistas chilenos en viñas argentinas.
Chicaneaba diciendo que estos venían con el plan de apropiarse del
suelo argentino. Lo mismo cuando hacía alusión al reconocido
crítico de vino Robert Parker, al que “acusaba” como humorada de
querer apropiarse de los vinos argentinos para llevárselos a Estados
Unidos.
Desde mediados de la década del 70 y
el principio de la década del 80 fue Director Editorial de la
revista Diners, Ego y Status. Fue, además, secretario del selecto
club Epicure en el Hotel Plaza (Buenos Aires) durante 15 años.
Su extensa carrera fue reconocida con
el Diploma al mérito Konex en los Premios Konex en el rubro
Literatura de humor. Editó revistas como Claudia y Cuisines and
Vins, entre otras publicaciones.
Sin dudas el mundo del vino extrañará
a Miguel Brascó, ese ser que supo hacer de la crítica del vino algo
al alcance de todos. Seguramente en su despedida no podrá faltar la
copa, el vino y el humor. Su marca quedará impregnada para siempre.
Sus taninos, sus aromas, su fuerza, su color se quedarán guardados
en su copa para su mejor homenaje.
Bruno Zani
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