Como ocurre con la mayoría de las
industrias, la del vino no es ajena a la crisis económica mundial
que se vive en la actualidad. En todo el mundo se han vislumbrado en
los últimos años movimientos económicos que han afectado a los
países. Cada cual con su “receta” en mano ha tratado de salir
adelante. Sin embargo, la crisis ha afectado directamente en los
costos de los productos. En el caso del vino tenemos que decir que la
crisis no solo ha repercutido en el mercado interno sino también en
el externo. Los impuestos y trabas financieras han hecho que tanto
importaciones como exportaciones disminuyeran. Los costos de insumos
y de mano de obra se han visto encarecidos también, por lo cual el
costo de producción ha aumentado. Al no ser considerado un producto
indispensable, el vino ha quedado relegado en cierta forma en las
primeras opciones de los consumidores. Por lo tanto la falta de
demanda ha hecho que lo precios suban.
Todo esto puede ubicarse entre los
“contra” del vino en tiempos de crisis, sin embargo tiene sus
“pro”. Si bien muchos creen que comprar vino puede resultar
innecesario en los tiempos que corren, otros lo consideran
importante. Si uno es paciente y logra comprar vino de forma
acertada, este puede transformarse en un capital con potencial. ¿Que
queremos decir con esto?. El vino de alta gama, aquel que uno puede
guardar por años y que pertenecen a cosechas consideradas
excelentes, puede convertirse en un capital que deje réditos a
futuro. Si uno logra guardar el vino, en buenas condiciones, este es
un bien que se valoriza. Las buenas cosechas de algunos años atrás
son muy buscadas, por lo cual quien tenga alguna de esas botellas
podrá hacer una diferencia. Además el precio del vino sube,
por lo cual si nosotros hemos mantenido una botella que pagamos un
determinado precio podremos venderla tiempo después a un precio
bastante mayor del pagado inicialmente.
Con esto queremos decir que si bien el
vino no cotiza como el oro o piedras preciosas, podrá ser una opción
interesante para mantener nuestros ahorros lejos de los “manotazos
de ahogado” de los gobiernos y los bancos. En el peor de los casos,
por lo menos si nos quedamos con las manos vacías nuestras copas
estarán llenas.
Por Bruno Zani
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