¿Alguna vez se preguntaron cuanta
gente trabaja gracias a una botella de vino?. Seguramente nunca, y si
se lo preguntaron ni se imaginen el número de personas que son
necesarias en todo el ciclo productivo antes de que el vino se
descorche en nuestra mesa.
Para empezar debemos tener en cuenta
que la maquinaria necesaria en las bodegas y viñedos son producidas
por mano de obra humana y que serán transportadas por partes hasta
la bodega, donde los montadores se encargarán de ensamblarlas. Vayan
contando!.
Ya montada la maquinaria, esta quedará
a la espera de que concluya el trabajo en los viñedos. Aquí
tendremos que contar a quienes siembran, quienes se encargan del
cuidado de la planta y a quienes se encarguen de la cosecha. Tampoco
debemos olvidarnos de los enólogos que aportarán sus conocimientos
para la búsqueda de la uva“ideal” para sus vinos, sin olvidarnos
de los ingenieros agrónomos que estarán atentos a proteger las
plantas de las plagas, los cambios climáticos, etc. ¿Van siguiendo
la cuenta? ¿Ya no les alcanzan las manos para contar?. Les aconsejo
que vayan anotando.
La gente encargada de la cosecha ya
podrá descansar y será el turno de quienes han sido designados para
la selección de las uvas. La mayor o menor tecnología de la bodega
determinará el número de gente que trabaje en esta etapa. Cuanto
menor tecnología el proceso necesitará de una cantidad mayor de
selectores. Ya se cosechó, se eligió la uva y es momento de que
algunas máquinas entren en acción. Mientras “ellas” trabajan,
el enólogo continuará observando cada paso y cuidando el proceso
bien de cerca, como a un bebé que comienza a dar sus primeros pasos.
Además en el laboratorio, los especialistas, trabajarán en las
muestras diarias para ir controlando que todo salga como lo planeado.
Otros se encargarán de regar los suelos de la bodega para mantener
la humedad, algunos seguirán cuidando las plantas que irán
“descansando” hasta la próxima cosecha.
Paralelamente a este proceso de
producción del vino estarán trabajando muchas personas en la
fábrica de botellas y estos pondrán en ejercicio nuevamente a los
transportistas encargados de llevar esas botellas a la bodega. Claro
está que llegan “desnudas” por lo que los diseñadores gráficos
tendrán que poner manos a la obra para diseñar las etiquetas
necesarias para cada botella. Tampoco podemos olvidarnos de los
productores de corcho, ya sea sintético o natural, que es un factor
muy importante para “coronar” la producción del vino.
Si están mareados descansamos un poco,
aunque los que no descansan son los preventistas que recorren varios
kilómetros “predicando las bondades” del vino de la bodega para
lograr insertarlo en el mercado. Tampoco quiero olvidarme de los
periodistas especializados que hacen las críticas que servirán para
que los lectores se transformen en consumidores. Y hay que hacer
referencia a los encargados de la publicidad, que servirá como red
para recoger adeptos al vino.
Los sommeliers, que del tema saben
mucho, serán palabra autorizada para describirnos cada vino. Nos
ayudarán a comprender que nos quiere decir cada vino.
Volverán a trabajar los transportistas
que llevarán lo que el preventista a pactado con cada comerciante a
cada uno de los puntos de venta. Allí vendrá el trabajo final, el
del vendedor que nos recomendará que botella llevar y nuestro
trabajo de elección.
Finalmente el vino ya esta en nuestra
mesa. ¿Lograron llevar la cuenta?. Más allá de si lograron o no
contar, si les alcanzaron o no los dedos de las manos y pies, si el
anotador se les quedo sin espacio; lo que verdaderamente importa es
que el vino es generoso. El vino le da trabajo a mucha gente y además
nos da satisfacción a nosotros al descorcharlo. ¿Que más le
podemos pedir?.
Bruno Zani.
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