Su historia comienza a partir del
nacimiento del alcornoque. Junto a este árbol el corcho crece para
protegerlo, para cuidarlo. Es su fiel compañero en la solitaria y
aburrida vida del árbol. Sin embargo llega el momento de separarse.
No por propia elección, sino por capricho del hombre. El ser humano
ha encontrado en el corcho las propiedades ideales para convertirse
en protector, aunque ya no del alcornoque, sino de los vinos. Por eso
será tiempo de “desarraigo”, de viajar hacia un nuevo horizonte
y lleno de miedos.
El corcho asumirá la importante tarea
de proteger al vino de la entrada de oxígeno, para que este no “le
cause” daño alguno. Así comienza un nuevo amor para el corcho,
abrazado por el pico de la botella comenzará otra historia de
telenovela. Claro está que esta relación puede durar tan solo
algunos meses como también años. Esto dependerá, claro esta de la
decisión del consumidor del vino. El corcho ha sido destinado a
sufrir, porque el ser humano es “cruel” cuando quiere. Por eso el
hombre utilizará ese tan temido accesorio para todos los corchos,
ese que es similar a un “tirabuzón” y que acabará por atravesar
el corcho para luego separarlo eternamente de la botella, su segundo
amor y que será el último, ya que lo condenarán a la soledad en un
cesto de basura. Quizás, si es que tiene suerte, alguien se apiade
de él para reciclarlo y reutilizarlo en alguna obra de arte, o como
solución para los calambres o en su defecto para coleccionarlo.
Sin dudas la historia del corcho es una
historia de amores y desamores, en la cual el hombre ha sido su
causante.
Bruno Zani
idiota.
ResponderBorrartu
Borrarque triste
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