Así como le ha ocurrido a otras
bebidas, el vino no ha logrado “escapar” de la originalidad de
los amantes de las mezclas. El vino no se ha mantenido al margen del
mundo de la coctelería.
El Calimocho como lo llaman en España,
el vino cortado uruguayo o el jote argentino y chileno; no es más
que vino con el agregado de gaseosa cola.
El origen de esta bebida se produce en
España entre los años 60 y 70, naciendo como refresco para los
calurosos días de verano.
Por lo general se utilizan los vinos
más económicos. Aunque si se realizá con un vino de mayor calidad,
esto le dará un mayor potencial al trago. La proporción ideal según
los entendidos sería de uno y uno. Por cada litro de vino se agrega
un litro de gaseosa. Luego se le agrega hielo para darle más
frescura a la bebida.
El calimocho por su bajo valor se ha
llegado a considerar en algunos lugares como el “cuba libre” de
los pobres. Sin embargo en el sector de la juventud ha tomado alto
impulso, más allá de su condición social.
Sin dudas existirá un enfrentamiento
eterno entre los amantes del Calimocho o jote y los fieles “soldados”
del vino, que defenderán por siempre la postura de que el vino
mezclado con otras bebidas pierde su “esencia”, su “magia”.
El famoso “vino de verano” es un
derivado del Calimocho. Para darle mayor “elegancia” al trago y
con el afín de diferenciarse del trago identificado con los sectores
más pobres, se reemplazo a la gaseosa cola por soda o gaseosas
transparentes. De esta manera, el color de la bebida cambió para ser
más agradable. El vino de verano entonces, se realiza mezclando vino
con soda o gaseosa de lima. Se agrega limón y hielo para refrescar
aún más la bebida. Servido en copas de cristal será un cóctel
ideal para fiestas importantes o reuniones.
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