Como toda primera vez, quizás la
“primera relación” con el vino no haya sido para muchos la mejor
experiencia. Desde chicos hemos visto y sentido con nuestro olfato,
aunque sea desde lejos, el vino. Sin embargo hay un momento en el que
nuestra boca toma contacto por primera vez con
Sinceramente no recuerdo su nombre,
aunque dudo que se enoje por eso. Lo que si recuerdo es que más allá
de si fue buena o mala, si fue o no la mejor, la experiencia fue
única. Nunca habrá otra primera vez, y aquel fue el momento que
marcó el comienzo de mi “amor” por el vino, un amor distinto al
de las relaciones humanas, pero un amor al fin. Con el tiempo aprendí
a respetar al vino, a conocerlo, a disfrutarlo y tratarlo con el
“cariño” que merece. Quizás peque de infiel al no “casarme”
con una etiqueta, pero así son las relaciones con el vino. La
primera marco el comienzo, las otras no tendrán final mientras se
pueda.
Por Bruno Zani
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